No Me Olvides es una intervención desarrollada por Arquitectura Expandida en el Cementerio Central de Neiva (ciudad intermedia colombiana, capital del departamento del Huila) como resultado de la colaboración con grupos de activistas locales que se dedican desde hace años en poner el foco en este cementerio y en las problemáticas y controversias sociales y territoriales que representa.
Estos cuestionamientos posicionan el Cementerio como un lugar contemporaneo que ofrece lectura sobre la sociedad actual: El Cementerio es de los pocos espacios donde se visibilizan los altos índices de feminicidios y transfeminicidios; o la existencia de los N.N. (Las iniciales «N.N.» provienen de la expresión latina Nomen nescio: literalmente “desconozco el nombre”. En español suele interpretarse como Ningún Nombre y en inglés como No Name), el conflicto armado en el país y la violencia en general. Así mismo existen dinámicas relacionadas con la presión inmobiliaria que puede convertir este cementerio, que actualmente funciona para el servicio funerario, pero también como espacio de encuentro social y de memoria histórica, en un nuevo plan urbanístico de vivienda para el centro de la ciudad.
Las acciones de este grupo de activistas -liderados por la antropóloga Eloísa Lamilla y provenientes de la antropología, las artes, los derechos humanos, la justicia para la paz o la academia- han estado enfocados a la “patrimonialización” del espacio como forma de emplazar un debate en torno a la gobernanza ciudadana del concepto del patrimonio cultural, no necesariamente determinado verticalmente de arriba abajo; y como estrategia de conservación de un lugar que condensa parte de la memoria del conflicto armado de la región, tanto de forma simbólica como literal, pues los cementerios se han revelado recientemente como lugares claves para la investigación de los desaparecidos forzados de las últimas décadas en el país.
La articulación del colectivo Arquitectura Expandida en este proceso se da en torno a tres semanas de trabajo intensivo insitu a modo de residencia artística. Tiene como objetivo catalizar de forma utilitaria y simbólica muchas de estas cuestiones, que se materializan en intervenciones codiseñadas con algunos de los protagonistas desde la sociedad civil: trabajadores del cementerio, trabajadores informales, visitantes y activistas.
Así, la primera intervención desarrollada fue la de la construcción de dos bancas-carretillas que pretendían invitar al encuentro, a sentarse a reconocer y debatir en torno a las problemáticas expuestas, a modo de “Oficina de Patrimonio Cultural Incómodo”. Pero también pretenden simplemente facilitar los múltiples usos, encuentros y expresiones vivas que allí se dan. Estas bancarretillas son elementos sencillos, singulares, fáciles de usar y que fortalecen la idea de posicionar al ser humano como coprotagonista del espacio, y al cementerio como un lugar de encuentro, de debate, y de intercambio. La oficina es móvil, de libre uso, puede dividirse en dos, pueden mirarse entre sí o en distintas direcciones. Están disponibles todos los días en horario de apertura del cementerio. La oficina es una provocación y se vuelve excusa para charlar, escuchar, conectar, invitar y conspirar, pero también cumple una función básica sirviendo para sentarse por la sombrita.
Estas bancas fueron también el centro de ideas para desencadenar la segunda intervención: NOMEOLVIDES, enfocada a los ‘olvidados’ de la historia.
Y es que el cementerio funciona con mecanismos de exclusión desde sus sistemas de propiedad, su morfología y sus dinámicas socioculturales y de segregación. En definitiva, funciona como una ciudad a pequeña escala.
En el cementerio la avenida principal es rectilínea y transitable en vehículos motorizados. Allí se encuentran los grandes mausoleos de familias importantes y de personajes históricos, culminando al fondo en la Capilla. Este es el estrato socio-económico más alto. En Colombia correspondería al estrato 6. A partir de ahí todo va disminuyendo: la planificación, los accesos, el mantenimiento, los medios y por supuesto, el perfil social de los vivos y de los muertos.
Los mármoles costosos dejan lugar a lozas de cerámicas, impresiones de colores en vinilo e intervenciones de autoconstrucción básica. La zona de bóvedas es la de propiedad horizontal y se encuentra en el perímetro, como si fuese una ciudad dormitorio en la periferia de una gran ciudad. Existen zonas de alto riesgo por encharcamiento y hasta por remoción en masa. Existen áreas “de tolerancia” donde se fuma marihuana sin reservas. Los ateos están aislados en la esquina del fondo. La sociedad del cementerio se divide entre propietarios y arrendatarios. El sector de la industria funeraria funciona a tiempo completo y con ella se dinamiza el trabajo, tanto formal como informal.
Dentro de todo este diverso perfil social y espacial también están los excluidos, los que no entraron en el censo, los olvidados, que se agrupan en el mausoleo de los N.N. herederos de la resolución 1447 de 2009 del Ministerio de la Protección Social que obliga el estado a tener bóvedas asignadas a cadáveres no identificados N.N. en los cementerios.
La zona de los NN es la de menor estratificación social junto con las fosas comunes no señalizadas, no oficiales, de las que no se habla, pero de las que todos conocen su existencia. Es el gueto. Se trata de bóvedas que colindan con el punto de acopio de escombros y basura, sin marcas de conmemoración o de devoción.
No me olvides, haciendo referencia al nombre de una flor y utilizando un lenguaje amable y sutil, propio de la cautela con la que se hablan temas delicados en áreas de conflicto del país, es una invitación a mirar de frente la exclusión y la marginalización social, pero también a recuperar la memoria histórica de un país que actualmente se debate entre la guerra y la paz.
Otras pequeñas intervenciones, utilizando el mismo material y la misma plástica, señalan puntualmente algunas de las controversias ligadas al espacio: la situación de informalidad de las vendedoras de flores, o el alto índice de feminicidios y transfeminicidios, de los cuales poco se habla al nivel de datos públicos, pero que el cementerio, a su manera, visibiliza: Por la solemnidad de la tumba, por el contraste entre el nombre asignado en el nacimiento y la imagen que reflejan las fotografías impresas en vinilo…
Reconocimiento simbolico a l@s floristas, quien prestan el servicio cada día, en condiciones de vendedores informales.
#NiUnaMenos #8M
Homenaje a victimas de feminicidios y transfeminicidios en el Día Internacional de La Mujer en un recorrido liderado por Eloísa Lamilla.
Recorridos al Cementerio.
Durante las 3 semanas se dinamizo una series de encuentros, eventos académicos y recorridos con el objetivo de fomentar la consolidación de una colectividad interesada en la conservación del lugar, dar a conocer el lugar y sus potenciales.
Recorridos ambientales por el Cementerio: Patrimonio Natural, 4 de marzo 2020.
Recorridos Históricos por el Cementerio: Aula Abierta, 3 de marzo de 2020.
Encuentros y eventos académicos:
Performance -Danza Contemporánea-
Recorrido performático por el Cementerio Central de Neiva como homenaje a las víctimas del conflicto armado colombiano y los N.N.»
Por @manolettelozanette y Camila Puentes. 2 de marzo de 2020.
Bonus Tracks y anagramas: El Cementerio «No se Vende»
NOMEOLVIDES el Cartel
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Este proyecto se desarrolla en el marco del proyecto “Los muertos reclaman la ciudad: devoción y permanencia del Cementerio Central de Neiva” liderado por Eloísa Lamilla y el colectivo huilense “los Vigías del patrimonio” y se desarrolla con el apoyo del programa de estímulos del Ministerio de Cultura de Colombia: Becas de fomento a la aplicación de metodologías de identificación, conocimiento, planeación y gestión del patrimonio cultural inmaterial en contextos urbanos
Otros proyectos de Arquitectura expandida que han abordado de forma crítica el patrimonio son: IDEPAT: Instituto de Generaciones Patrimoniales, 2015 y la guía patrimonial de la Plaza de mercado de las Cruces, 2014.
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